Pero en un instante, Daniel claramente entendió.
Ese tipo probablemente haya provocado a Simón.
Una sonrisa burlona apareció en la mente de Daniel.
Simón es alguien a quien ni siquiera él puede enfrentar. Que alguien como Rómulo se atreva a provocarlo, es como buscar serios problemas.
—¿Entonces, te acompaño? — Daniel aceptó la situación sin mostrar ningún tipo de emoción.
Si podía ayudar a Simón, no había tiempo que perder. Si dejaba pasar esta oportunidad, sería una verdadera tontería.
Simón sonrió levemente: —Está bien.
Dicho esto, Simón se levantó y Daniel obediente lo siguió, diciéndole a Esteban y Faustino: —Esteban, Faustino, continúen con la comida. Volveremos enseguida.
Faustino, con su experiencia política, seguramente percibió la verdadera situación. Afirmó con una amplia sonrisa.
Esteban sacudió la cabeza con una sonrisa: —Vaya par, vayan y vuelvan rápido.
Ambos se despidieron y salieron del reservado.
En ese momento, Esteban se volteó hacia Faustino y sonrió: —Los jóvenes