Mirando al jefe con una expresión de terror en el rostro, Leonor dijo: —Jefe, suéltala, si no, todos moriremos.
Un sonido seco resonó al instante.
Germán abofeteó con rabia a Leonor en la cara.
La comisura de los labios de Leonor se cubrió de sangre.
Pero ella seguía mirando tercamente a Germán y dijo: —Conozco muy bien a los hombres. Cualquier hombre capaz reaccionará sin piedad alguna si tocan a su mujer. Simón es un hombre muy peligroso, es quien mató a Sergio. Si dejabas libre a Pilar, esta ciudad de apuestas también pagaría el alto precio. Por eso ella debía morir.
Germán miró a Leonor como si realmente no la reconociera.
Después de un largo rato, Germán sonrió amargamente y dijo: —Resulta que en realidad, siempre te subestimé.
Leonor guardó absoluto silencio.
—Antes, pensaba que eras muy valiente y decidida, una verdadera líder. Ahora me doy cuenta de que no solo eres valiente y decidida, sino que también eres muy audaz y malévola. Intentar engañar a alguien de un nivel tan alto