En ese momento, Tobías miró a Simón con gran arrogancia y dijo: —Señor Palacios, ¿a qué facción perteneces? ¿Y quién es tu maestro?
Simón se rió a carcajadas y respondió: —No pertenezco a ninguna facción, ni tengo maestro alguno.
—Tsk, solo eres un verdadero desconocido sin renombre. ¿Cómo te atreves siquiera a intervenir en asuntos que no te conciernen? ¿No temes perder tu dignidad y tu vida? — Tobías refunfuñó con desprecio.
Antes de que Simón pudiera responder, Dulcinea intervino de inmediato: —Tobías tiene razón. Algunas personas son muy imprudentes, se sobreestiman y terminan engañando a mi familia Pizarro. Tienen bastante valor.
—Te aconsejo que entregues lo que tienes lo antes posible y te vayas rápidamente, o de lo contrario, no te quejes si las cosas se ponen feas, — dijo furiosa Olimpia.
Simón las observó y sintió que estaban menospreciando su presencia ahora que llegaba un refuerzo poderoso.
Con un resoplido frío, se dirigió a Alarico y le dijo: —Muy bien, devolveré lo que t