Los miembros de la familia Balderas estaban aún más aterrorizados, no conseguían entender cómo las cosas habían escalado hasta ese punto.
Sin embargo, Simón permanecía tranquilo y dijo con firmeza: —No hagas eso, te arrepentirás.
—Estoy cumpliendo con mi deber, no hay nada de qué arrepentirse. Si no cooperas, el que se arrepentirá serás tú, — respondió Gael con frialdad.
En ese momento, el subcomandante Fructuoso Hinojosa, que estaba detrás de Gael, observaba inquieto con ojos inquietos, mirando a su alrededor.
¿Por qué no veía a Ciriaco? ¿No se suponía que también estaba aquí?
Había recibido órdenes expresas de Benvolio para que encontrara la oportunidad de eliminar a Ciriaco en el acto.
Como hombre de confianza de Benvolio, debía cumplir esa orden sin falta.
En cuanto a la excusa, ya la tenía muy bien preparada: Ciriaco había intentado cometer un asesinato y él estaba impidiendo un crimen.
Después de todo, Ciriaco había amenazado con exterminar a toda la familia Balderas.
No imp