El pedir favores siempre ha sido de esa manera. Quien pide, generalmente no tiene mucho poder para negociar condiciones.
Teófilo, al escuchar esto, sonrió con suavidad y dijo: — Entonces así será. Esta tarde voy a invitar al Excelentísimo Gobernador a tomar un café y aprovecharé para hablar de su asunto.
Crisanto suspiró largamente: —Entonces, muchas gracias.
Los tres sabían muy bien que, era hora de marcharse.
Después de despedirse con reverencias, Crisanto dijo: —Señor conde, por favor, dígame su cuenta. Transferiremos los veinte millones de monedas de oro Andalucía Dorada a su cuenta bancaria de inmediato.
— Mi mayordomo les informará. Recuerden que prefiero el pago en dólares —, dijo Teófilo con una amplia sonrisa.
Dalmiro y Crisanto mostraron gran sorpresa en sus rostros.
¡Eso equivale a unos ciento cincuenta millones de Andalucía Dorada!
Pero Crisanto apretó los dientes con rabia y afirmó. — Es un trato. Esperamos buenas noticias del señor conde.
Dicho esto, subieron las escalera