La mirada de Fabiola era excepcionalmente firme.
Simón no pudo evitar suspirar… Esta chica tenía un orgullo increíblemente fuerte.
—Vamos ya, en realidad no te necesito.
Simón dijo esto y se dio la vuelta al instante para salir.
Fabiola soltó un suspiro de alivio en completo silencio y lo siguió.
Salieron del hotel, y al salir vieron a Adelmo con dos personas bloqueándoles el camino.
Simón soltó una suave risita y dijo: —¿Qué pasa, todavía no has tenido suficiente con mis golpes?
—No te pongas chulo, si tienes suficientes agallas, luchamos de nuevo, quiero ver cuánto puedes pelear, — Adelmo le respondió con total arrogancia.
Simón afirmó con la cabeza y sonrió, diciendo: —Si insistes en buscar problemas, te complaceré. Dime cuándo y dónde.
—En la Hacienda Feliz, nos veremos allí, — Adelmo dijo con rabia entre dientes.
Simón se encogió de hombros y respondió con tranquilidad: —Tengo cosas que hacer ahora, pero estaré allí a las doce en punto.
—Te estaré esperando, — Adelmo dijo con una