—Entonces... ¿llegaste bien? —pregunté, enrollando un mechón de cabello alrededor del dedo. El teléfono estaba en altavoz sobre la isla de la cocina mientras preparaba café.
—Sí, sin problemas —respondió Christian, su voz sonando extrañamente formal a través del altavoz—. El vuelo fue tranquilo. ¿Cómo ha sido tu primer día de vuelta?
—Normal. Muy normal. —Hice una mueca. ¿Desde cuándo usaba la palabra "normal" dos veces en la misma frase?— Todavía estoy desempacando, organizando las cosas.
Un silencio incómodo se instaló. Podía escuchar el sonido de papeles siendo movidos del otro lado de la línea. Christian probablemente ya estaba en su oficina, volviendo a la rutina.
—¿Y el proyecto? —pregunté finalmente, tratando de parecer interesada sin sonar desesperada por mantener la conversación.
—Bien. Estamos teniendo algunos problemas con el suelo en una de las áreas, pero nada que no podamos resolver.
—Eso es... bueno. —Otra pausa incómoda—. ¿Y Giuseppe?
—Emocionado con tu visita de