Ignorando la gran alegría que sentía nuestra pareja, abajo en la sala de emergencias del lugar llegaba una mujer rubia, la cual llevaba consigo una caja de galletas caseras y miraba a todos lados dando la impresión de buscar a alguien.
- ¿Se te ofrece algo? – en eso Teresa se acercó a la rubia, notando que se miraba ansiosa y algo nerviosa.
- Ah… bueno es que yo… vengo a ver al doctor Alessandro – dijo de forma tímida.
- Él no está.
- Eh… no… y… am ¿usted sabe a qué horas vendrá?
- Hoy es su descanso, pero si te sientes mal con gusto te puedo atender – dijo Manuel, quien se acercó a la chica.
- … - la rubia ahora se puso seria y miro con asco al hombre que le acababa de hablar - estoy bien, gracias – dijo de forma cortante – vendré luego – habló dando media vuelta y saliendo del hospital a toda prisa.
- ¿Que fue eso? – pregunto Teresa confundida.
- Ni idea, pero dio miedo como cambio de actitud rápidamente.
- Si, oye el que vea a Alessandro le dice, porque esto me pareció muy extraño.