— ¿Quieres nadar un rato? — él le dijo al oído provocándola con una caricia en el cuello y haciéndola estremecer.
— Waylon, no sé nadar, ¿Recuerdas?
Él sonrió juguetón.
— ¡Eso es perfecto! Así puedo enseñarte, y tomarme muchas libertades en nombre de tu aprendizaje — Le dijo recorriendo su cuello con los labios — Vamos, hay unos trajes de baño en tu maleta que quiero quitarte.
— ¿Me los quieres quitar antes de que me los ponga?
Él se encogió de hombros.
— Se vale soñar despierto…
Ella se giró para velo a los ojos, la mirada le brillaba con un destello que no le había visto antes.
— Iré a cambiarme para que puedas desnudarme… — Dejando salir su lado seductor, uno que apenas comenzaba a conocer, y sorprendiéndose de sí misma.
¿Qué le estaba pasando? No tenía idea de que podía ser una tigresa en celo, nunca antes lo experimentó con nadie y ningún hombre la había encendido tanto de placer y de deseo como Waylon.
— Esperaré aquí, ya tengo el mío — Le dijo mostrándole el bañador en la mano.