La mandíbula de Rowdy cayó al suelo y su rostro palideció como al papel, necesitó sentarse un minuto antes de abrir la boca de nuevo para hablar.
— ¿Qué fue lo que hiciste? — Atacó con la mirada inyectada en odio hacia Ashley.
La morena ladeó la cabeza como preguntándose ¿Qué diablos?
— ¡Hice exactamente lo que me pediste! — Respondió indignada.
— Algo tuviste que hacer para que el viejo tuviera esa reacción, he usado ese tónico mil veces y nunca había tenido ese resultado.
— ¡Pues ve tú a saber que pasó! Pero yo me limité a hacer exactamente lo que dijiste, ¡Ni más, ni menos! — Ella volvió a soltar mientras rebuscaba en los cajones la ropa para cambiarse.
— ¿Qué frasco te llevaste? — Preguntó levantándose de la silla y buscando en su escondite secreto dentro del armario de los licores del bar.
— El pequeño que dejaste sobre la mesa…
Rowdy abrió su escondite y rectificó.
— ¡Le diste el concentrado! — Exclamó con ansiedad
— ¿Y cómo iba a saberlo? El plan es tuyo los menjurjes son tuyos