Dos días después, Waylon recibió una llamada del hospital, él se había levantado temprano para llevarle algo de ropa limpia a Lara y el desayuno recién hecho de manos de Susan cuando su móvil rompió el silencio.
— ¿Aló, cariño?
— Waylon, tengo buenas noticias, el doctor Davis va a permitirnos trasladar a Teo hasta una habitación normal, ¡Ya no estará más en cuidados intensivos! — Le dijo con la voz cargada de emoción.
El hombre se llevó la mano al pecho y respiró profundamente.
— ¡Eso es maravilloso, Lara!
— ¿Verdad que sí? Ya no veo la hora en que podamos llevarlo a casa.
— Ni yo… — él comentó más para sí mismo que para ella, en realidad esa última semana desde la cirugía del niño Lara se había apartado drásticamente de él, y no era por ser egoísta o insensible, pero la extrañaba mucho, y deseaba que ella regresara para ser la feliz pareja que habían comenzado a ser desde que decidieron demostrar sin ambages el amor que se profesaban el uno al otro.
— Te cuento más tarde como va todo