Lucas
Creo que si el detective no se infartaba ahora, pues no lo iba a hacer nunca. Sus ojos casi se le salían y podía ver la mueca de asombro que hizo, cuando encendió la luz y me vio ahí sentado, muy tranquilamente, en el sofá de su sala.
Para ser un detective de la policía, a este hombre era bastante descuidado, yo no soy experto, pero estas no serían las acciones a llevar si encuentras un extraño en tu casa.
—¿Quién demonios eres? ¿Cómo entraste a mi casa?— dice casi temblando buscando el arma en su cinturón.
—Detective, créame que no estoy aquí para hacerle daño... no físicamente, al menos— le digo y cuando él se acerca unos pocos pasos, es obvio que me reconoce.
—Lucas Dantes...—