Lucas
— ¡Ese maldito imbécil me las va a pagar!—
Desde que ella había ido caminando al muelle sin despedirse de mí, me había quedado viendo el punto en donde ella desapareció como un tonto. Y desde el primer momento todo había empezado mal, Ernest la lastimaba, la tocaba sin que ella quisiera, la trataba como si fuese una cosa.
Y peor aún, él estaba convencido de que ella no valía nada y que era de él.
—¡Es un desgraciado imbécil y lo voy a moler a golpes!— gritaba yo mientras Carter me intentaba controlar.
— Ella lo está manejando muy bien... ¡ Contrólate Lucas!— me decía sujetándome.
Tenía razón, por supuesto que sí, mi ataque de molestia no estaba ayudando a nadie, pero creo que ustedes entenderían que me era muy difícil controlarlo. Me sentía culpable, yo le decía que él era un bastardo, pero entonces... ¿Yo qué era?
El rubio estúpido había dicho cosas terribles, pero también había hablado de una vida casi de ensueño con ella. Y me daba cuenta de que ella tenía sueños