Treinta y Siete

En el juego del ajedrez, la reina es una maldita.

Amelia

El silencio se siente espeso a nuestro alrededor, pero a mano de Sebastián se siente tan cálida. ¿Esto es lo que deseo? Un silencio ensordecedor acompañado de la calidez de su tacto. La imponencia del exterior del edificio de ladrillos, en el corazón de Mayfair, se extiende hasta su interior. Todo cuando miro, exclama lujo, poder. Contengo la respiración al entrar en el ascensor, Sebastián parece notarlo, porque me sujeta con mayor fuerza como si quisiera decirme que no tengo por qué preocuparme de nada, cuando la verdad, es que todo es un desastre.

Cuando las puertas del ascensor se abren en el sexto piso, un impecable logo de la firma de abogados, nos da la bienvenida con todo el orgullo que su trayectoria representa. Siento como una rigidez antinatural se apodera de mis extremidades a la vez que mi esposo se desdobla de la realidad, convirtiéndose en un autómata, con la mirada perdida en el piso. En el pasillo de mármol, la a
Octavia Jimenez

Mañana subiré más capítulos, sorry por lo poco. Me cuentan en los comentarios que les parece esta revelación.

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