En el momento en el que mis manos encuentren tu cintura, ese será el fin de mi cordura.
Sebastián
Estoy mal. Ella es quien me tiene así, Amelia ha descontrolado por completo mis decisiones, mi vida. No la quiero en mi vida, pero tampoco la quiero fuera de ella.
—Sebastián, quiero agradecerte por cómo te has comportado con mi hija —alzo la mirada hacia Oliver cuando me habla, pero sus palabras por un instante suenan sin sentido.
—Es su deber, Oliver —determina mi abuelo provocando que aterrice del todo en la conversación.
—Mi abuelo tiene razón, Oliver, ahora, si me disculpan —digo sosteniendo aún el colgante con la Torre Eiffel en mi mano.
—Ve. Y de nuevo gracias. —Asiento en su dirección y salgo del despacho, mis pies se mueven ligeros con rumbo a la habitación de mi prometida.
¿Qué es lo que ella ha hecho conmigo? Es la primera vez que me ocupo de alguien más, además de mí, quiero creer que se debe a toda esta basura del maldito matrimonio, pero lo cierto es que además de lo que nos