Capítulo 177.
Narrador omnisciente
Hay seres que son creados específicamente para destruir el mundo y otros para arreglar el de alguien que necesitaba solo una pizca de esperanza. Nadie se espera que al caer la noche y la lluvia más recia que se ha visto, en la cual las copas de los árboles son ondeados con fiereza y los caminos son inundados con las crecientes que arrasan con todo a su paso, sea como un aviso de lo que se avecina.
La llegada al mundo de aquel ser que muchos buscan y otros ignoran cuánto poder posee sin siquiera haber nacido aún.
Una castaña se aferra a sus rodillas cuando el incesante dolor en su bajo vientre y espalda se vuelve insoportable, aprieta los dientes por la fuerza que hace para no caer de golpe al piso frío,en el cual debe sentarse poco a poco para no perder la consciencia.
Gruñe por impotencia y por desear que una mano la sostenga en ese momento, cuando se acomoda, dejando que las lágrimas se confundan con el sudor que le cubre el rostro y el pecho.
—¿Qué pasa? —