Un mes después
Las dolencias de mi cirugía pasaron al igual que algún riesgo de que fuera cancerígeno o tuviera alguna otra complicación en mi interior. Sonriente, salgo de la clínica donde tuve que estar como compañero Taddeo, porque no quiso quedarse en casa.Sabiendo que debo convencerlo de ir a la escuela, le digo al chofer que nos lleve a un parque que queda frente a una gran escuela. Mientras los dos comemos helados, veo como los autos se detienen en el colegio donde una mujer saca uno a uno a los niños.— ¿Qué ves, mami? — pregunto mientras veo como algunos padres corren hacia el parque con su hijo y juegan con este cerca de nosotros.— No es nada. — digo sonriente.— ¿Qué pasa? ¿Qué te hace feliz? — pregunta Taddeo y yo peino su cabello.— Me parece lindo que un pequeño entre a una escuela.