Después de durar dos horas comprando todo para hacer una noche tranquila, llego a la casa, donde soy recibido por Shantelle con una sonrisa que no ilumina su rostro completamente. Por eso, tomo su mano y la llevo al auto donde están las sorpresas.
— Cariño, no quiero salir. Así que, regresemos a casa. — dice Shantelle.— No voy a salir contigo, solo quiero mostrarte algo interesante. — le digo abriendo la puerta que me muestra la almohada de maternidad, sobre los asientos traseros.La mirada de Shantelle se ilumina y yo celebro internamente por haber logrado que se alegre aunque solo haya sido por ver la almohada.— ¡¿Cómo se te ocurrió comprarla?! — dice Shantelle emocionada.— Siendo sincero, la he querido comprar desde hace tiempo, porque he visto que te cuesta dormir y que básicamente me has dejado sin lugar en la cama, porque eres tú con tus al