Domingo
Han pasado exactamente dos días desde que nos enteramos de mi embarazo y no ha habido un solo día en el que no haya sorpresas y risas. Desde ese día, nos hemos quedado todos en la finca para poder disfrutar de la tranquilidad de esta mientras nos hacemos más cercanos.Pero, la hora de marcharnos ha llegado y es por eso, que mi padre intenta no mirarme a los ojos porque se nota que no quiere que me marche. Sin embargo, es el que más ha insistido en que me vaya.— Si no quieres que se marche, ¿Por qué le has dicho tantas veces que debe irse? — pregunta mi madre a su esposo y este suspira profundo.— A partir de mañana Taddeo debe ir a clases y ella al trabajo, ¿acaso no recuerdas lo lejos que queda y cuanto se estresan porque no les alcanza el tiempo? Si están en la ciudad, estarán más cerca. — dice mi padre y yo corro y lo abrazo, para darle un beso.— Oh, mi padre piensa en todo.Todos sonríen y mi padre solo deja que lo abrace unos pocos segundos, porque a