El tiempo pasa sin saber hacía donde ir, por lo que, cuando el conductor ya tiene que llenar para volver a conducir, decido quedarme estacionada en un lugar para pensar. Porque es eso lo que necesito, pensar.

Cuando ya me canso de estar sentada y no encontrar una solución a todos mis problemas, desbloqueo la puerta para salir del auto y ejercitarme un poco mientras camino.

— Puede quedarse aquí, voy a caminar un rato. — digo cuando se estaciona en un parque.

— Si me permite decirlo, señora Cappelletti, como está la situación actual, lo mejor es que se quede en el auto o en un lugar cerrado donde el ingreso no sea sencillo para esa mujer. — dice el conductor.

Respiro profundo por lo que dice, comprendiendo que nadie vive feliz en este mundo, porque quien puede caminar libremente por la calle, tiene dificultades económicas o familiares que les impide a veces disfrutar de una salida a caminar.<