Mariela:
Me despertó un enorme estruendo. Pasos subían y bajaban las escaleras a gran velocidad. Se escuchaban gritos por toda la mansión, sobre todo los de la Señora Cuéllar, quien evidentemente sonaba histérica.
—Ya tranquilícese, Señora. – escuché a una de las sirvientas susurrar.
—¡Le han disparado a mi marido! ¿Cómo quieres que me tranquilice?
Eso me hizo reaccionar. Me cambié rápidamente de ropas, optando por unos jeans y un jersey y salí al pasillo. La habitación de Augusto quedaba a tres puertas de la mía, y frente a ella estaban reunidos gran parte de los sirvientes y personal de la mansión.
—¿ Qué sucedió?- pregunté intranquila.
—El Señor acudió a una reunión importante anoche, pero estaba su enemigo, Yunior Farías. Hubo un tiroteo y una explosión. El Señor está herido..-anuncia uno de los guardaespaldas.
—¿U…una explosión? ¿ Hubo más heridos?-enfermería.
—¡¿A quien carajos le importa?!.- masculló la Señora, dirigiéndome una mirada cargada de odio.- ¡ojalá y el haya