Xavier:
Se me llenan los ojos de lágrimas y lucho contra el inmenso y terrible dolor que me atenaza. Siento que se me contrae el pecho, y la garganta se me cierra.
Fue mi culpa.
La palomita se murió por mi culpa.
De seguro estaba tan deprimida y canses de este matrimonio de mierda, que eso la llevó a enfermar y por eso se complicó.
¿ Qué voy a decirle a nuestro hijo?
¿ Como lo enfrentaré y le contaré que lo dejé huérfano de madre por culpa de mis estupideces?
Libero un sollozo de dolor.
Ocultando mi rostro tras mis manos.
—No es tan malo, Señor. – murmura Zenaida a mi lado.
Levanto el rostro, y la fulminó con la mirada.
—¿Qué no es tan malo?¿ Estás demente mujer? ¡ Acabo de quedarme viudo!- bramé.
Zenaida pestañeó un par de veces, mirándome asombrada.
—Oh, no Señor.- comenta el médico, enrojeciendo. – su esposa no ha muerto.
Miro al médico con mala cara, y este traga en seco. Visiblemente incómodo.
—Me referí a qué su mujer no está bien. Hubo complicaciones durante la cesárea. Detecta