Héctor abrió los ojos y me miró, tomándose su tiempo, haciendo que cada minuto pareciera una hora:
"Puedes..." dijo con voz débil.
Me acerqué a él, lentamente, sabiendo que tal vez sería el último beso, la última vez, como siempre fueron nuestros encuentros: una incógnita, una mezcla de emociones y sentimientos siempre al límite... Así que cada segundo necesitaba ser puesto a prueba. buen uso.
Me arrodillé y toqué su cuello, sintiéndolo estremecerse bajo mi toque. Sonreí y llevé mis labios a los suyos, cerrando los ojos y dejando que el momento me llevara al cielo, que era como me sentía cuando estaba a su lado.
Los labios de Héctor rodearon los míos, chupándolos suavemente. Sentí sus manos recorriendo mi espalda, resbaladizas con espuma, y estaba completamente excitada.
Ese beso se sinti&o