Arranqué el motor y sentí que me agarraba con fuerza, mirándome asustado.
- ¿Me juras que nunca te subiste a una moto? Yo pregunté.
- Te lo juro... Odio todo lo que solo tiene dos ruedas.
- Disfruta el viaje y no tengas miedo, Héctor. ¡Te traeré vivo , lo juro!
Héctor me apretó aún más fuerte y sentí su barbilla en mi hombro. No sé si estaba disfrutando del paseo o simplemente se frotaba deliberadamente contra mí.
Sus manos de repente entraron en mi chaqueta y tocó mis pechos, haciéndome temblar.
Sentí su rostro tensarse y arreglé el espejo retrovisor, notando la sonrisa mientras me miraba en el espejo:
- ¿Te gusta, Bárbara? – preguntó en mi oído mientras me acariciaba.
- Sí... - Confesé, sin darme cuenta.
La sonrisa era aún más hermosa ahora y nuestros ojos se encontraron en el espejo.
- Te extrañé... te extrañé mucho. Me mordió el lóbulo de la oreja.
- Héctor, me estás distrayendo... - le dije mientras salía de las callejuelas.
- ¿Lo juras? ¿Por qué incluso mientras se dirigía hacia