83.
Miel soltó una risa sarcástica.
—Yo no tengo permitido participar porque supuestamente soy demasiado débil. Pero ella sí puede.
—¿Ella? —preguntó Damián, extrañado.
—Mariel. Me retó a competir en el torneo. Dijo que así demostrará que es mejor de lo que yo jamás podré ser.
La expresión de todos cambió a una mezcla de asombro y confusión, lo que provocó una pequeña satisfacción en Miel.
—No sabía que Mariel planeaba participar —comentó André, desconcertado.
—Quiere participar para evitar que me case con Anthony. Ese es el deseo que pedirá si gana.
—No lo entiendo… ¿acaso está enamorada de ese chico? —preguntó el rey.
—No lo sé. Pero no dejaré que me quite al hombre que amo —dijo Miel, haciendo un puchero con aire de víctima.
—Será mejor hablar con ella. No creo que ninguna de las dos deba participar —comentó Damián, preocupado.
—Después de lo que pasó esta mañana, no sé si podré hablarle sin herirla más —admitió André.
—Yo lo intentaré —dijo el rey, visiblemente angustiado—. Espero que