—Me temo que sí. Mariel ha estado sola demasiado tiempo. Es momento de que nosotros la protejamos. A partir de mañana, vivirá en el palacio. Desde ahora, yo tomaré todas las decisiones relacionadas con ella. ¿Lo has entendido?

—Pero, padre…

—¿¡Lo has entendido, André!?

—Sí, padre.

El resto del camino fue completamente silencioso. André se sentía profundamente culpable por haber actuado mal con su hermana, y en el fondo sabía que sus decisiones habían dañado la relación entre su madre y Mariel de manera significativa.

Esa noche transcurrió con calma. En la villa, Serena permaneció junto a Oliver, esperando alguna señal de mejora. En el palacio, todos dormían... o fingían hacerlo. El Rey pasó la noche entera meditando sobre la situación de Serena y Oliver. Por su parte, André, consumido por la culpa, intentaba encontrar una forma de reparar el daño que él mismo había causado. Sin embargo, sentía cierto consuelo al saber que su hermana, al igual que Oliver, por fin era libre.

El panorama