13.
—¿Así que por eso estabas hablando con él? —preguntó, con tono serio.
—Él solo se acercó para saber de dónde vengo —respondió Serena, en voz baja.
Héctor se tensó.
—¿Qué más te preguntó? —dijo con severidad, lo que puso a Serena visiblemente nerviosa.
Serena dejó de comer, soltó los cubiertos y bajó la cabeza. Nunca había visto a Héctor así, y pensó que había hecho algo terrible.
—Pre… preguntó si usted era mi mentor —contestó ella, con la voz entrecortada. Su corazón latía con fuerza. No era solo nerviosismo, estaba aterrada.
—Imagino que quiere acercarse a ti. No quiero que te relaciones con él. ¿Está claro? —dijo Héctor, con firmeza y molestia. En ese momento no solo protegía a Serena: estaba proyectando sus propias heridas y traumas sobre ella.
—Sí, señor —respondió Serena bajando aún más la cabeza, con los ojos humedecidos por el miedo contenido. Trató de que nadie la viera llorar. En ese instante comprendió que su pasado seguía persiguiéndola. Aunque ahora estuviera en un lugar s