Alma Castillo
Las semanas pasaron volando, y mi cuerpo se recuperaba rápidamente, la quemadura entre mis piernas había sanado casi por completo. El doctor Octavio vino varias veces a curarme y ya por último, me envió una pomada para aplicarla dos veces al día, la piel faltante dejo una gran cicatriz palpable y de contextura áspera, verla será un gran recordatorio que me dejo Anthony.
He subido algo de peso y mi rostro volvió a ser el de antes, no el de antes cuando estaba con ese monstruo, el de antes..., cuando no había entrado en mi vida.
Alana, también ha ganado peso y aún no creo que esto sea real. No mojo más la cama, y no hay una noche en la que Sergio no duerma con nosotras, a veces hablamos algunas cosas triviales y otras, solo mantenemos silencio, no uno incómodo, sino de esos donde te sientes especial y no quieres dañarlo con palabras.
Por fin conocí al príncipe Marc e Izán, que hermosura de niño, veía en él a Sergio, igual de caballero y protector que su tío. Y sobre M