Después de hablar con el chef de La Rosa, Nadin salió haciendo eco de su presencia. Subió a su coche, dio la vuelta y aparcó frente a la magnífica empresa de los Don. Al entrar, se dirigió a la oficina del viejo Fen. Huang Don, como vicepresidente, la vio y se sorprendió por la belleza de la mujer, caminando hacia la oficina con una actitud lasciva.
Cuando entró, se encontró con los ojos de Nadin fijos en unos documentos, y su aura llenaba el lugar por completo.
—Señorita Lady C, usted aclama la presencia de un hombre como yo a su lado. Es insuperable, y juntos nadie podría intimidarnos.
Ella levantó la vista y Huang quedó sorprendido por el intenso color verde de sus ojos, que hipnotizaba a quienes los miraban. Habló calmadamente.
—Don Huang, ¿no ha hecho su trabajo ya?
La pregunta dejó a Huang y a Don Fen atónitos. Parecía como si Nadin hubiera experimentado un cambio radical. Huang se asustó cuando ella lo miró a los ojos y le habló, como si su aura y su poder los superaran a ambos.