Damián
Hoy es nuestro segundo aniversario. Mi cielo y yo llevamos dos años de casados y la muy condenada esa no me ha querido dar hijos. Supuestamente, ella y yo tenemos que esperar un poco más, lo peor de todo es que no sé por cuanto tiempo más hay que esperar. Yo quiero hijos, y ella se niega a darme esa magnífica felicidad.
—Mmm, ¿a dónde vas?
La miro por sobre mi hombro. Está sentada en la cama, con su cabello alborotado y sus ojos cerrados. Gracias a dios que en las madrugadas no me la he encontrado con el cabello así de alborotado, de lo contrario me mataría del susto.
—Ven y abrázame.
Oh, no, esa vocecita la conozco. Es de esas que usa con sensualidad para comprarme y llevarme de vuelta a cama.
—Volveré rápido, mi cielo —se vuelve a acostar—, te lo prometo.
Suspira.
—Más te vale, diablo, y más ahora que ya ahora si estoy lista para buscar a nuestro primer bebé.
Río fuerte. Mi hermoso cielo me tiene engañado. Me dice cada noche y cada mañana que debemos procrear, pero… ¡Aún no d