Damián
Salgo de la empresa y les hago señas a Marcos y a Julián de que nos vamos. Ellos llaman a Xandro, Luis y Cesar, indicándoles que es hora de movernos. La seguridad para mí es importante cuando ya en cinco oportunidades he sufrido atentados de secuestro.
—Llévame a la dirección que te pedí esta mañana que investigaras.
Marcos asiente y salimos rumbo a la casa de Nicolás.
Cuando llegamos, me anuncio en el portón. Aquel se abre y nos deja entrar en la amplia mansión de sus padres. Una vez que se estacionan, bajo del auto y miro en la puerta, al idiota aquel con esa sonrisa de burla que pronto borraré.
—Voy a acabar con tu vida—susurro.
—¡¿Qué haces aquí?!
Muy valiente el hombrecito para gritarme. No sabe lo que ha hecho.
Le doy un puño en su rostro, y él cae al suelo. Me agacho y lo sujeto de la camisa para alzarlo un poco y vuelvo a golpear su rostro una y otra vez, hasta que Xandro y los demás intervienen, incluyendo los que cuidan de la mansión.
—¡No te quiero cerca de mi mujer!