Mientras Victoria se preparaba para enfrentar a Flavio, Raffil comenzó a recuperarse. Aunque su cuerpo estaba débil, su mente era aguda, y no podía ignorar el cambio en su esposa.
—¿Qué planeas hacer? —le preguntó una noche, mientras ella revisaba documentos y mapas en su oficina.
—Voy a asegurarme de que nuestra familia esté a salvo. Flavio Korsov no se detendrá hasta que yo caiga, y no permitiré que eso suceda —respondió Victoria, su mirada fija en él.
Raffil sintió una mezcla de orgullo y preocupación. Sabía que Victoria era capaz de grandes cosas, pero también entendía el peligro que representaba desafiar a Flavio Korsov.
—Tienes que tener cuidado. Flavio es un hombre astuto y no dudará en usar a cualquiera para llegar a ti, te acompañaré —advirtió Raffil.
—Lo sé, pero estoy lista. No soy la misma mujer que eras antes. He aprendido a luchar, Flavio, me quiere a mí, si te ves, no dudará en prender fuego. Estás herido, no quiero que nada vuelva a