Annette estuvo preocupada toda la mañana, de acuerdo a Tristán Strauss iría casi a la hora del almuerzo para hablar con Margareth, todavía no creía que lo haría, no confiaba en Strauss, sabía que el hombre era un imbécil de primera y eso no cambiaría, e iba a buscar la manera de no ayudar a Néstor en todo esto en lo que él solo lo metió.
- ¡Annette! – escuchó preguntar de la boca de Margareth con insistencia.
- ¿Sí? – preguntó Annette confundida, intentando por un instante volver a centrarse en su realidad, no sé había dado cuenta que estaba completamente ensimismada en sus pensamientos y que Margareth estaba en la puerta.
- ¿En qué pensabas? – preguntó Margareth intrigada entrando al despacho – te toque la puerta unos diez minutos y no contestaste, me preocupé y por eso entré.
- Disculpa Margareth, estaba pensando en no sé que cosa que me distraje - respondió tomando algunos papeles de su escritorio para empezar a hacer lo que había dejado a medias.
- ¿El novio? - preguntó alzando