Capítulo 2. Un Comienzo

Charlotte Murphy  

—No te preocupes, ya lo tengo. —Lizzy dijo sosteniendo mí sombrero antes de que se volara por el aire.

Sonreí sin antes soltar una risa en la entrada del conservatorio. El sombrero casi sale de mi cabeza. Lizzy me orienta a llegar a mi salón de clases, tenemos diez minutos antes de que comience a dar las clases de piano. Era algo que me llenaba de emoción, felicidad y paz. Hace un año estaba de maestra, y todos estaban encantados con mis clases, inclusive tuve que dar clases de verano este año. Y eso para mí era genial.

—Aquí estamos. Bueno no te diré más ya que te sabes cada espacio de la escuela, pero no te confíes y trata de usar el bastón portátil, lo acabo de meter a tu bolsa.

—Gracias, Lizzy. —dije emocionada.

—De nada cariño, regreso a la una para ir a almorzar. Recuerda, hay que mudarnos y tienes que elegir entre esos dos departamentos que te describí.

—Lo sé. Te espero a la una.

Nos despedimos y entré a mi aula. Cerré los ojos al oler el aroma a rosas que inundaba el lugar. Era mi aroma favorito, los de limpieza lo sabían y me consentían con ello.

Me deslicé ágilmente por el gran salón, hasta llegar al otro extremo donde se encontraba el piano Forte de cola.

Mis dedos ansiaban tocarlo, era como una obsesión. Caminé lentamente mientras mis dedos tocaron aquellas teclas, una sonrisa tímida se formó en mis labios. Era inevitable no sentirme extasiada. Cerré los ojos y presioné la tecla, el ruido que hace, es hermoso.

La chicharra sonó y eso me hizo volverme sobre mis propios talones hasta la entrada. Este nuevo curso solo tendría diez alumnos. Pero era bueno que se quieran apuntar más en las siguientes horas, estaba haciéndome de un nombre con mis habilidades. Ahora a mis veintiséis años era una maestra joven en uno de los mejores conservatorios de música. Y en un año estaba logrando uno de mis sueños.

Abrí la puerta y las voces de los pequeños de 7 años inundaron mis oídos. Los invité a pasar con una gran sonrisa expandida por mi rostro, siempre pasa cuando me emociono.

—¡Maestra! ¡Maestra Dankworth! —entre todo el murmullo, la voz de la pequeña Ava se distinguió. Creo que he sonreído de más y extiendo mi mano para que tome la mía, era algo que se había vuelto costumbre desde que la he tenido como alumna en los cursos de verano hace semanas atrás, ahora había insistido en entrar a clases regulares de piano. Y aquí estaba.

—Pequeña Ava, bienvenida.

Me abrazó por mi cintura y puso su mejilla en mi vientre. Sonreí a este gesto, realmente me había extrañado cuando sentí el apretón fuerte. Le correspondí de la misma manera y el olor a perfume de hombre llenó mis fosas nasales.

—¿Usted debe de ser el padre de Ava? —se escuchó una risa por parte de Ava.

—Sí, si es mi papi.

—Mucho gusto...—lo escuché nervioso hasta podría jurar que sorprendido al no terminar su presentación. Pero no era Aiden. No era su voz.

—Igualmente, señor Baker. —ese apellido me había vuelto loca cuando Ava se había presentado en los cursos de verano, no me había atrevido a preguntar si su padre era Aiden Baker, creo que en estos cinco años él debió de casarse y haber formado una familia, así que había dado por cerrado ese tema de mi pasado. Estados Unidos era demasiado grande, debe de ver muchos que se apelliden…Baker.

—Disculpe no sabía que... —Lo interrumpí, sé qué se había dado cuenta de mi condición.

—No tiene por qué disculparse, puede regresar a la una por la pequeña.

—Gracias, maestra...

—Dankworth. Charlotte Dankworth.

De alguna manera que por muy extraña pareciera, pude sentir su mirada. Solo sonreí de nuevo e invité a la pequeña Ava a entrar al salón de clases. Entré y agudicé más mi oído para saber si había alguien más para entrar, pero no. Aún seguía oliendo el perfume del padre de Ava.

Hice un gesto con mi cabeza y con profesionalismo entré al salón y cerré la puerta detrás de mí.

Algún tipo de nervios afloró en mi interior. Como un presentimiento o una corazonada. No pude descifrarlo.

—Bienvenidos al conservatorio de música, mi nombre es Charlotte Dankworth y seré su maestra durante los próximos cuatro meses…—y la clase empezó.

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