Miénteme, dime que este es el paraíso y no la ilusión de un oasis en medio del infierno.
Isabella
Me duele el cuerpo, pero no me arrepiento de lo que sucedió entre mi jefe y yo. No tenía ni idea de cuanto lo deseaba, de cuando me gustan sus besos ni de cuanto amo que sus manos me acaricien. Además, me trata con una ternura, con tanta atención y delicadeza. Sé que está mal, pero es imposible que mi interior no se estremezca con todo lo que ha hecho por mí en las últimas horas.
No solo quiere estar dentro de mí, anoche, a pesar de que de nuevo estaba listo, solo me abrazó en la cama y me dejó dormir acurrucada en su pecho, sintiendo su calor y su olor. Creo que es la mejor noche que he tenido en toda mi vida desde que murió mi madre, las pesadillas no invadieron mi mente a pesar de la oscuridad.
Salgo con cuidado de la cama y tomo su camisa para cubrirme antes de salir al pasillo. De día la cabaña luce menos escalofriante, la luz del sol se cuela por los cristales de la mayoría de las p