El camino por el que tú me llevas conduce al infierno disfrazado de gloria.
Isabella
¡Respira Isabella, respira por favor!
Las palabras de Alexander me caen encima como un balde de agua fría. Los recuerdos de anoche son confusos, jamás había tomado cómo lo hice anoche, es que ni siquiera recuerdo en qué momento empezó todo. Las luces, el alcohol, la música, el baile, todo es una mezcla difusa en mi mente, un caleidoscopio incompresible que me mantiene en silencio escuchando el tono duro de mi jefe.
La idea era solo ir por un trago, no terminar bebiéndome hasta el agua de los floreros. Es que ni siquiera puedo recordar cómo es que conduje el auto de Camila sin que la policía me detuviese, no soy una experta detrás del volante y en el estado en el que me encontraba. Es lógico que Alexander quiera ponerme sobre su rodilla y darme de nalgadas.
Me puse en riesgo.
—Lo siento, no fue mi intención que te preocuparas —musito intentando que la tensión se aligere.
Sin embargo, el rostro de mi je