Capítulo treinta y seis.

Detuve a Milo en su carrera hacia las escaleras y lo arrastré a la habitación de Colm, donde lo dejé como guarda de Korbin y Mathyas antes de correr a toda velocidad escaleras abajo junto a Arwood.

— ¿Qué pasó?—Pregunté a nadie en particular entrando en la habitación de Célere, quien se encontraba sangrando e inconsciente en el suelo.

—Asedora... ella hechizó a Chelzea y atacó a mi madre cuando intentó interferir. —Sollozó Aurora con su hija en brazos.

—Déjame verla. —Murmuré y se la quité de los brazos, observando con atención su diminuto cuerpo. —No puede ser. —Gruñí y corrí fuera de la habitación, el resto me siguió con rapidez. —No está hechizada, está envenenada. —Expliqué mientras la ponía en la cuna de la cocina. &mda

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