El mal tiempo demoró la inspección de la Fundación hasta la primera semana de febrero. El representante de los Blotter llegó una mañana de sol en un lujoso Mercedes, a marcha lenta por el aguanieve y el barro de Greenwich Road. Salí al porche y vi que el conductor se apeaba para abrir la puerta trasera. Oh, bien, ¿Mercedes y chofer? ¿Un poquito ricos, como diría Trisha? El hombre ayudó a bajar a una mujer de unos sesenta años, que vestía un sobrio vestido negro bajo un grueso tapado negro con piel en el cuello y los puños. Háblame de clásicos.
Desvió la vista hacia la casa de huéspedes de camino al porche, entonces alzó la vista para sonreírme y subió los escalones. Me envaré al escuchar que la puerta se abría sola a mis espaldas.
—¿Francesca? —saludó la dama, y asintió hacia el resto