La mansión de los Aston resplandecía con una calidez sutil, la luz tenue de las lámparas de cristal y las velas dando una atmósfera acogedora a la ocasión. El salón estaba adornado con delicados arreglos florales, que contrastaban suavemente con las paredes de tonos neutros. La chimenea chisporroteaba en un rincón, añadiendo un toque de elegancia y serenidad al ambiente.
Maddie se encontraba junto a su madre, que había supervisado todos los detalles de la recepción. Aunque la ocasión era sencilla, el aire de sofisticación no podía faltar. Una mesa larga y pulida estaba dispuesta con finos vinos y una selección de pequeños bocados, mientras que los pocos invitados comenzaban a llegar, vestidos con elegancia discreta, en tono con la delicadeza de la velada.
No eran muchos los asistentes a la cena: El conde, Paul, Alice y los padres de esta y Patrick. La idea era que Gianna se sintiera segura en aquel entorno, y entendiera lo importante que era para todos ellos que no se sintiera menosca