Capítulo 4.

Kiara atravesó el salón, sin hacerle caso a su matriarca, la cual amenazó con romperle las piernas si no caminaba como era debido. Pero ella se encerró en su baño, no queriendo enfrentar lo que vió.

Si lo hacía se echaría a llorar. Aún la herida de haber confiado en quien no debió estaba fresca y ella no era de piedra para olvidarlo de la noche a la mañana. Lavó el trapeador y todo lo utilizado, para así tratar de no pensar en ello.

Cuando Jonas quiso ir por ella, Bastian ordenó con un ademán que no lo dejaran pasar.

__ Apenas caminas y quieres correr. - lo reprendió. - ¿Cuando dejarás de meterte esa porquería?

__ Puedo controlarlo. - alegó y su hermano movió la cabeza de lado a lado, sin esconder su reacción ante la respuesta obtenida. Era inútil tratar de razonar con él. Mientras Jonas dejó su intención de seguir a Kiara, para él solo estaba siendo una caprichosa. Se le pasaría luego, se dijo.

__ Limpia tu nariz al menos y bota lo que sea que cargues contigo, porque eso no lo quiero en mi casa. - recalcó.

Jonas negó cargar algo con él, pero su hermano introdujo la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una bolsa transparente que puso ante sus ojos.

__ Desintoxícate, luego hablamos. - caminó hasta las escaleras, ya que ver cómo la lluvia caía afuera no era un espectáculo que quisiera ver.

Cerró la cortinas. Encendió una vela y se acostó para dormir. Así no vería lo que sucedía afuera.

Cuando despertó era muy tarde. Pero la lluvia había mermado, se dió un baño y cuando salió con una toalla alrededor de su cintura, encontró a Kiara dejando una bandeja con su comida. Todo lo que veía en el plato se le antojó, pero si tocaba un poco, le cortarían las manos.

__ ¿Como entraste?

__ Por la puerta. - contestó irónica no queriendo ver al sujeto desnudo que le hacía tener pensamientos no propios de ella.

Debía tenerle miedo, no...

__ ¿Que te dije del respeto?

__ ¿Que te dije cuando me dijiste lo del respeto? - contestó ella en el mismo tono.

Bastian estuvo tentado a llevar su mano al cuello de la chica, lo peor del caso era que ni él mismo entendía para qué realmente.

__ Ve a hacer tus tareas. - dispuso.

__ No hay nada que hacer. Todos están en una fogata allá afuera, lo que sea que celebren lo están disfrutando mucho. - asomó por la ventana, sin querer ver el torso tonificado y húmedo del hombre que caminó a su espalda. - Oye, ¿cuanto es lo que debe mi tío exactamente? ¿Puedes permitir que lo pague a cuotas? Podría pagarlo con trabajo, claro, si me das un sueldo.

Bastian la vio por encima de su hombro.

__ Pero ya sé que negociar contigo es como pedirle a la pared que se mueva. Dice la matriarca que le puedes cortar la lengua a alguien cuando te molesta mucho. - Bastian se puso un pantalón de vestir y una remera oscura. - Pero yo creo que...

__ ¿Alguna vez cierras la boca?

__ Cuando duermo, pero ese no el tema. - siguió hablando. Bastian cogió un pan de los que iban en su bandeja y se lo puso en la boca, ella se lo quitó y comió como si fuera algo de lo más normal entre ellos. Tomó un poco de lo que había en el plato y untó su pan, ante la mirada incrédula del bárbaro.

De verdad que no se callaba jamás, era como oír a un loro orando en latín. Demasiado enredado como para comprender todo lo que salió de su boca. Se bebió el chocolate y sin más comió un poco del queso hasta dejar el plato vacío.

__ Y pues solo vi al tres descarrilarse y toda la mercancía de mi tío perderse. - culminó con toda la oratoria, mientras Bastian se colocó un abrigo sobre los hombros para salir de la habitación. - ¿No vas a comer?

Bastian vio la bandeja y solo volteó la mirada. Era más fácil lidiar con una titanoboa que con ella definitivamente.

Se acercó, tomó un poco de la fruta que untó con miel y la acercó a los labios de la chica que en automático los separó. Se veía tan deseosa por probarlo que por su mente pasaron una y mil ideas de en que situaciones podría ser igual de obediente.

Averiguarlo le supo a prohibido e imaginarlo a pecado. Vio sus ojos, ella le suplicó, Mordió la mitad del trozo de la fruta y masticó, antes de que él se llevara la otra mitad a la suya. Tenía un sabor mucho mejor y sabía porqué era, como también que si se quedaba ahí, rompería una ley de ese clan criminal.

Optó por unirse a sus hombres, quienes no esperaron para darle el lugar más cómodo de entre todos, le entregaron un vaso con licor, sin embargo él pareció indispuesto a tomar algo, pues solo quería sacar a su hermano de ese lugar. Jonas bordeó el vaso y exhaló, pero antes de beberlo se lo quitaron de las manos.

__ Te dije desintoxicarte, no llenarte los intestinos de más licor. - el regaño ante todos causó conmoción en su hermano. - ¿Quien te dió esto?

Nadie se atrevió a hablar.

__ Ya estoy lo suficientemente grande para decidir que hago o no con mi vida. - lo desafió su hermano, como siempre. - Lo siento, Don. Me exalté.

Faltarle el respeto al Don de la mafia era un insulto que acabaría con la muerte de dicho agresor, pero no con él. Prometió cuidar de Jonas , pero se la ponía difícil y si mano dura era lo que necesitaba, ya estaba decidido a usarlo.

__ Solo estoy estresado. Perder no es opcional para un Blackwood y...

Kiara apareció en su campo de visión y los ojos le brillaron. Ella ni siquiera lo reparó, pues iba solo por leña, cumpliendo con la orden de su matriarca, la cual puso en sus brazos, con cuidado que las astillas no se incrustaran en su piel.

__ Estoy dispuesto a sucumbir a tus mandatos, si me concedes un deseo, Don. - negoció Jonás con la idea en mente y una sonrisa cautivante para otros, la que Kiara conoció cuando lo vio por primera vez, pero odiaba cuando volvió a encontrarlo.

Bastian bufó. Era algo muy arriesgado cederle algo que no sabía qué era aún, pero también quería tenerlo lejos de esas adicciones que ya lo estaban hartando porque era él mismo quien no quería dejarlas.

__ Las condiciones conmigo no funcionan. Si no pones el mínimo esfuerzo en salir de esa porquería, no tengo por qué cumplir con uno de tus caprichos. - reiteró dejando en claro que los juegos no le gustaban, menos cuando venían de un borracho que emanaba más que solo licor en su sistema.

Se dió la vuelta y mantuvo su vista al frente.

__ No quiero condescendencia, Don. No quiero tu lastima, ni que me señales. - habló su hermano desde su espalda. - Solo te pido un deseo y es algo que no pienso negociar.

Bastian se giró para callarlo de una vez, harto de las inmadureces que siempre debía soportar. Su paciencia había llegado al límite y su cara lo reflejó.

__ Reclamo a Kiara como mi mujer. - alzó la voz entre todos.

Ninguno supo a quién se refería. Nadie excepto Bastian, el asesor y la chica que dejó de recoger la leña.

__ ¿Tu qué? - preguntó Kiara desconcertada.

No creyó lo que había escuchado. Igual que todos los que estaban pendientes de lo que ocurría entre los presentes en ese sitio. Era difícil de hacerlo.

__ ¿Tú qué? - cuestionó Bastian, en el mismo tono.

__ Es una esclava, pero la quiero para mí. - añadió Jonas con voz firme.

__ Primero me suicido, cobarde de mierd4. - farfulló ella pasando entre todos con un trozo de madera entre las manos, dispuesta a romperle la cabeza a su ex novio.

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