(Astor)
El viaje se había prolongado durante casi un mes, a pesar de que viajábamos como bestias, con la velocidad superior a la de una carroza. Sin embargo, no teníamos alas para volar y llegar antes de lo planeado.
Cada día que pasaba temía porque le estuvieran haciendo algún daño. No encontraba explicaciones para su desaparición y mucho menos para su secuestro, no tenía sentido que estuviera pasando esto si estábamos en paz y bajo la supuesta protección del rey. Claro que ahora, eso estaba en una tela delgada. Luego de los ataques de los guardias, del interrogatorio de parte del rey y esas otras intrigas, mi desconfianza hacia esa paz había crecido con fervor. Yo no era un cachorro al cual podían domesticar y hacer funcional a una causa.
Ciro tampoco lo era, a pesar de que su carácter era más tranquilo y tenía una humanidad más desarrollada. Ninguno era ingenuo ni tonto, sabíamos exactamente las consecuencias de confiar en quien no tenía intenciones claras.
Habíamos parado en puebl