El caos estalló como una bomba en la vida de Dimitrios. Desde el momento en que supo que Amara y Lia habían sido secuestradas, su mente no había tenido descanso. La noticia del secuestro se expandió rápidamente entre los círculos cercanos, y aunque intentó mantener la situación bajo control, el pánico comenzó a filtrarse más allá de lo que podía contener.
La familia de Dimitrios estaba completamente involucrada en el asunto. Su madre, Helena, estaba al borde del llanto cada vez que intentaba hablar del tema, y su padre, Christos, trataba de mantenerse firme, pero no podía ocultar la preocupación en sus ojos. "Dimitrios, no descansaremos hasta traerlas de vuelta. Tienes nuestro apoyo en todo," le aseguró, colocando una mano firme en su hombro.
Por otro lado, la familia de Amara no estaba al tanto de la situación. Dimitrios había tomado la difícil decisión de no contarles la verdad hasta no tener alguna pista sólida sobre su paradero. No quería preocuparlos sin motivo ni dejarlos en el