El eco de sus pensamientos resonaba en la mente de Axara mientras miraba la enorme puerta frente a ella, esperando que alguien saliera de la oficina del señor Cael Van Der Wijk de una vez por todas. Su respiración era lenta, aunque su interior estaba en un torbellino de emociones. Observó los detalles a su alrededor: el mármol pulido del suelo, los escritorios perfectamente ordenados de las secretarias, los cuadros minimalistas en las paredes que parecían diseñados exclusivamente para irradiar autoridad y frialdad.
No podía evitar pensar en lo difícil que sería trabajar en ese lugar. No había margen de error; todo parecía diseñado para imponer disciplina y perfección. Por un instante, deseó poder regresar al pasado, a la entrevista, y rechazar el puesto sin dudarlo. Pero ya estaba ahí, atrapada en esa jaula de cristal y lujo.
Intentando romper la tensión incómoda, Axara se giró hacia la secretaria principal, una mujer que parecía tan imperturbable como una estatua.
-¿Hace mucho que