40 Debemos hablar

El celular de Lorenna sonó, cuando ella lo agarró vio que era Fabrizio, ella miró a su secretaria, Pamela comprendió que debía dejarla sola, entonces se marchó, Lorenna se sentó detrás de su escritorio y atendió la llamada, oyó la voz ronca de Fabrizio.

—¿Cómo estás Lorenna?

—Bien, ¿Cuándo regresaste?

—Esta mañana.

—Pensé que regresabas el lunes.

—Adelanté el viaje porque quiero verte y necesito que hablemos.

—¡¿Hablar?!

—Sí, quiero verte hoy mismo, en mi apartamento o en el tuyo, donde lo prefieras.

—Está bien, en mi apartamento, ¿Pero qué exactamente es lo que deseas hablar conmigo? —Lorenna estaba extrañada.

—Necesito decírtelo en persona, por eso regresé antes.

—Bien, cuando salga de la oficina nos vemos en mi apartamento.

—Te gustó el ramo de rosas.

—Sí —Sonrió—. Están preciosas.

—Como tú.

***

Cuando Lorenna llegó al edificio donde estaba su apartamento, Fabrizio tenía su auto estacionado afuera, ella lo reconoció de inmediato; como no pretendía quedarse en la noche, estacionó
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