Lorena se acurrucó en el pecho de Cristian y se acomodó en la cama.
—No sé por qué tengo tan mala suerte —dijo la joven entristecida.
—Amor, no sigas pensando en eso, ya dijimos que mañana lo íbamos a solucionar.
—No quiero que mochen mi dedo —sollozó Lorena.
—No te van a mochar el dedo —Cristian soltó una carcajada y después se acomodó a medio lado para verla fijamente—. No te preocupes, verás que para mañana nos vamos a deshacer de este problema.
Lorena besó los labios de Cristian de una manera muy amorosa que sorprendió al joven.
—Gracias —soltó—. Cristian, eres tan lindo conmigo que a veces pienso que no te merezco.
El joven le dio un beso en la frente y le sonrió cariñosamente.
—Es porque me encantas, Lorena. Desde que te conocí