Mike continúo rociando gasolina sobre ella, Adriana intentó soltarse, el aroma que emanaba aquel líquido junto con la viscosidad de este la tenían completamente alterada.
La mirada de Mike era endemoniada, como si por fin estuviera cumpliendo con un deseo que había pospuesto durante mucho tiempo.
—Me arruinaste la maldita existencia —gruñó lanzando el frasco vacío a un costado mientras buscaba otro para destapar y echarle más—. Después de esto, nadie se va a acordar de ti… ni de todas la mierda que supuestamente hiciste.
»Este lugar explotar en mil pedazos por si acaso con la explosión de gasolina no alcanzas a morir, tengo el tiempo medido para que todo esto estalle. Y tanto tú, como tu amante mueran completamente incinerados.
Mike agarró en su mano un encendedor, pero justo antes de oprimirlo. Cayó al suelo, completamente inconsciente.
Austin tenía un pedazo de hierro en su mano.
Tu cuerpo estaba débil, pero había sacado fuerza de donde no tenía únicamente por salvarla.
Todo s