El sol de la tarde se asomaba sobre el horizonte, tiñendo el cielo generando la imagen adecuada para adornar el lugar.
Ella caminó hasta él, la persona que los estaba acompañando para realizar la ceremonía los miraba y ponía una sonrisa genuina en su rostro.
La ceremonía era algo intima. Esperaron unas cuantas semanas para que se normalizaran las cosas. Y luego de que Adriana obtuvo de nuevo su empresa, las cosas continuaron marcharon como debió ser desde un inicio.
Austin sonrió al verla, su vestido se movía al compás del viento suave que había en ese momento.
La tormenta en sus vidas se había apaciguado, era el momento de disfrutar de su amor verdadero, de eso que merecían y no pensaban dejar escapar.
Eran solo ellos dos que contra todo pronóstico y a través de todos los obstáculos, habían encontrado su única y verdadera calma.
Adriana estaba descalza, su vestido de encaje blanco flotando ligeramente con la brisa del mar
Él, con una sencilla camisa de lino y pantalones color a