El sacerdote se aclaró la garganta, dio inicio a la ceremonia, luego de cumplir con todo el protocolo, hizo la pregunta de rigor.
—¿Gerald aceptas por esposa a Myriam, para serle fiel, amarla, y respetarla en la salud y enfermedad, en riqueza y pobreza, hasta el último día de sus vidas? —indagó.
Gerald inhaló profundo se reflejó en la verdosa mirada de su mujer.
—Acepto —respondió con sinceridad. Sintiendo que su corazón bramaba en el interior.
El sacerdote prosiguió, le hizo la misma pregunta a Myriam.
Ella miró a los ojos a su esposo, sonrió, sintiendo su pecho agitado.
—Sí, padre —contestó.
Acto seguido fue el turno de Helena y Connor.
El abogado Evans se reflejó en la azulada mirada de Helena, y con firmeza respondió.
—Acepto.
Helena inspiró profundo, cuando lo escuchó se estremeció, y al momento de contestar, le brindó una cálida sonrisa, y contestó con un fuerte: sí.
Enseguida el sacerdote bendijo a ambas parejas, y los declaró marido y mujer.
—Te amo —dijo