Hermes y Selene subieron al coche del joven.- Agárrate fuerte- Exclamó encendiendo el coche.
Selene se puso el cinturón de seguridad y se aferró a su asiento con fuerza. Hermes pisó a fondo el acelerador de 0 a 100 en la ruta, seguidos de cerca de la patrulla policial que estaban siendo guiados hasta la casa de Agatha con las sirenas encendidas.
Llegaron en tiempo récord y la azabache entró a la casa de un portazo. En segundos recorrió el pequeño apartamento, dándose cuenta de que sus niños realmente no estaban por ningún lado.
No estaba el huevito donde cargaba a la niña, no estaba la mochila de Leónidas ni el bolso maternal y lo peor de todo es que no estaban los documentos de ambos. Como si jamás hubiesen existido.
Selene cayó de rodillas al suelo- Mis bebés.- Lloró desconsoladamente.- Se llevaron a mis bebés.
Los oficiales entraron a revisar la casa en busca de pistas, revolviendo todos los muebles.
-Selene- dijo el joven tomándola de los hombros- No hay tiempo que perder,