Selene meció a su beba contra su pecho, mientras revisaba en el diario los avisos de empleo disponibles. Cualquier trabajo le vendría bien, con tal de ganar algo de dinero. Agotada, levantó la mirada y contempló el atardecer desde la pequeña ventana de la cocina.
Preocupada, observó el reloj de pared. Eran las siete de la tarde, estaba por anochecer y todavía no había vuelto su amiga. Le había dicho que como máximo llegaría a las cinco de la tarde si pasaba a mitad de camino por una tienda de comida.
-Debería llamarla- Murmuró tomando su móvil de su bolsillo con mucho cuidado, tratando de no despertar a la pequeña que tanto había tardado en hacer dormir luego de que tomara de su leche.
Marcó el número de su amiga, y para su sorpresa levantó la llamada al primer tono- Perdón por molestarte… es que ya me estaba preocupando. ¿Estás cerca?
-Hasta que llamaste, mi amor…Por un momento pensé que no te importaba la sirvienta.
El corazón de Selene se detuvo al escuchar la voz grave y de